A pesar del trabajo esclavo, 320 bolivianos se van a diario a Brasil De los 800 que pasan en cada jornada la frontera, el 40% se queda a vivir y a trabajar.

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Se encuentra parado en la fila donde está a punto de cruzar la frontera que no solo los llevará a Brasil, sino también a ese lugar que promete trabajo pero donde puede terminar en un taller clandestino de costura, ese lugar donde la vida no vale nada. En Brasil, dice Félix Choque, le espera algo duro, pero un empleo al fin: un salón textil donde le pagarán $us 400 y tres comidas diarias, una cama para que duerma con su esposa y su pequeña hija que, si puede alimentarla bien, empezará a caminar en algunos meses.

Me han dicho que la alimentación durante los primeros meses de vida es vital para los niños. Por eso me voy, para ganar dinero y garantizarle buena comida a mi guagua, dice Félix, que aún está en el lado boliviano, en el control migratorio de Puerto Quijarro, a 640 km de Santa Cruz y a 460 km de Campo Grande, la ciudad brasileña a donde irá en un bus en el que el 99% de los pasajeros es pobre y desempleado.

Félix es uno más de los que se marchan de Bolivia. Puerto Quijarro es solo una de las varias puertas de salida por donde seres desempleados van en busca del sueño brasileño. Se sabe extraoficialmente que por tierra y aire cada día viajan de Bolivia a Brasil 800 personas, que 320, el 40%, no retorna a Bolivia y que muchas se quedan buscando un mejor futuro en los talleres de costuras.

Polleras, abarcas y aguayos

En los puestos de control migratorio de Quijarro (Bolivia) y de Corumbá, la primera ciudad de Brasil con la que se topan los emigrantes y desde donde toman el bus que los meterá en las entrañas de su nueva vida, son evidentes las abarcas de suela y las chinelas de goma, los aguayos donde las mujeres cargan a sus hijos de meses y también las trenzas largas de las cholas y las mochilas en las espaldas de los jóvenes campesinos que prefieren lanzarse a Brasil, antes que pasar al ejército de desocupados o de los bolivianos que tienen trabajo con sueldos de hambre.

Los que viajan dicen que son de Tarabuco, de Monteagudo, de Ipati, de Talina y de otros pueblos que están lejos de las ciudades capitales. Félix Choque es de un ranchito de Chuquisaca y dentro de 14 horas, a las 23:00, se subirá entusiasmado al bus que lo llevará a otra casa. Hacer el trámite en la oficina de Migración de Corumbá ahora demora dos o tres horas, y no media como ocurría hasta agosto de 2012.

En el puesto de control migratorio de Corumbá dicen que desde finales del 2012 el flujo de ingresos subió en un 30%.

En 2012, el chequeo de las autoridades tardaba una hora y los asientos de los vehículos estaban al alcance de la mano. Hoy las dos compañías de buses que hay en Corumbá están pendientes de la cantidad de pasajeros para poner a disposición más vehículos. Entre semana salen tres a cuatro buses, pero los fines de semana entre siete y ocho cada día, revela un funcionario de la empresa Andorinha. Cada motorizado lleva entre 42 y 44 ocupantes. Si el lunes viajan 100 personas, los viernes, sábados o domingos emigran 200.

Los que no logran embarcarse el día que llegan a Corumbá duermen en la terminal en espera de un próximo viaje. La zona, cuando anochece, parece un campo de refugiados pobres: colchas tendidas en el piso, hombres y mujeres acostados, niños gateando o caminando. El martes, el bebé de un emigrante boliviano en vez de leche tomaba en su mamadera un líquido color anaranjado. Es soda sabor naranja, dijo su madre.

Ricardo Costa, administrador de la terminal de Corumbá, dijo que en comparación al año pasado hubo un 40% de incremento en el flujo de pasajeros y que de cada 1.000 bolivianos que se interna en Brasil, 400 no vuelven. Después de una estadía de 90 días pasan a la clandestinidad porque el permiso que les da Migración solo es para hacer turismo y no para trabajar. Eso convierte a los emigrantes en personas vulnerables y presa fácil de los dueños de talleres de costura que tienen a bolivianos reducidos a servidumbre, dice Pedro Choque, un pasajero que retornaba de una vacación en Bolivia y que, en sus peores años de migrante fue víctima de estos esclavizadores.

Una fuente de la embajada de Brasil en Bolivia, considera que su país recibe con mucha generosidad a los bolivianos y que su Gobierno sabe que muchos llegan a los talleres de costura a trabajar bajo un régimen de esclavitud y con una vida que atenta contra su dignidad. Por eso, Brasil tiene un programa de documentación que, hasta la fecha, permitió regular la situación de 70.000 bolivianos. Si bien no hay datos exactos, solo en San Pablo se estima que hay 300.000 compatriotas.

Según la embajada de Brasil en Bolivia, con la regulación se pretende evitar que las redes criminales que se dedican a la trata de seres humanos actúen impunemente. Los sistemas de explotación son tremendos: les pagan 2,5 reales por una prenda que se vende a 100 reales en las tiendas de afamadas marcas, señaló la fuente y aseguró que quienes se dedican a esclavizar están en la mira de la justicia brasileña.

Marisela Pérez Villarroel, encargada de Migración de Bolivia en Puerto Quijarro, dice que no tiene estadísticas porque están en La Paz, aunque afirma que una característica que se repite es que muchos viajeros declaran que viajan a Brasil por turismo. En el consulado de Bolivia en Corumbá tampoco hay datos. La silla del cónsul está vacante hace seis meses, solo hay un encargado que no habla con la prensa. Los que van no saben que el consulado de Bolivia en Corumbá está descabezado. Lo que saben es que abandonarán Bolivia y que el nuevo país los espera con una promesa: un trabajo bajo el riesgo de ser esclavizados. Pero trabajo al fin, dice Félix Choque, que está a punto de embarcarse.

El mismísimo Brasil vino a Bolivia y descubrió que en el alto una red recluta a bolivianos desempleados

Saben que allá hay lugares donde esclavizan a bolivianos, que los hacen trabajar largas jornadas agachaditos en las máquinas de coser y que muchas veces los dueños de los talleres de costuras les quitan sus documentos para que no se escapen. Bajo ese riesgo, hay miles de bolivianos que deciden lanzarse a la vieja aventura de salir del país en busca de un salario y de la posibilidad de comer tres veces al día.

En la Cámara de Diputados hay una comisión que investiga el trato esclavo. Una comitiva de parlamentarios de Brasil, junto a personeros de una ONG que vela por los derechos de los migrantes, hace un mes llegó a la ciudad de El Alto, después de haber encontrado en San Pablo condiciones análogas a la esclavitud.

Según la embajada de Brasil en Bolivia, la comitiva constató en El Alto la existencia de un montón de anuncios que solicitan operarios para trabajar en talleres de costuras de Brasil, ofreciendo pasaje, comida y mejores días.

La oferta laboral para viajar a Brasil también se da en Santa Cruz. En un recorrido que hizo EL DEBER constató que a algunas agencias de empleo llegan dos o tres veces al año personas de La Paz para contratar los servicios de costureros.

En la embajada de Brasil dijeron que existe interés de que Bolivia no exporte seres humanos sino productos textiles. Por eso, señalaron, que se está trabajando de cerca con el Gobierno boliviano y con las pequeñas empresas que se dedican al sector textil.

Los que se van saben que no deben ser ovejas a las que se les lleva en silencio al matadero. Enterados de la existencia de esas mafias, saben que ante cualquier abuso deben salir en busca de un policía y denunciar el hecho en el acto. Eso dice Rubén Aillón y Matías Colque, dos jóvenes que van en busca de su primer trabajo. Ellos saben que no deben entregar su carné de identidad a ningún patrón y que si trabajan más de ocho horas deben cobrar por ello. También saben que existe la Pastoral del Migrante que cobija a todos los desafortunados que caen en las redes de los que someten a las personas a condiciones de servidumbre y que no es verdad que por no tener documentos de residencia en Brasil se va a la cárcel. Este tipo de temas se escucha entre las conversaciones. Cuando están haciendo fila en las oficinas de Migración ellos están con la boca cerrada y cuando llegan a las ventanillas de control responden lo de siempre: Voy de turismo.

CIFRAS

400

MIGRANTES BOLIVIANOS

Son los que salen cada día durante los fines de semana. Se embarcan desde Puerto Quijarro a las ciudades de Brasil.

400

DÓLARES

Es la promesa económica con la que sueñan los emigrantes bolivianos, además de una cama y de tres comidas al día.

FRASES

“Por eso me voy, para ganar dinero y garantizar comida a mi guagua, porque necesita alimento en esta edad”.

Félix Choque

SE FUE A TRABAJAR A BRASIL

“Le estoy dando soda con sabor a naranja a mi hijo. Lo alimentaré como pueda hasta conseguir trabajo en Brasil”.

Madre migrante

QUIERE TRABAJAR EN BRASIL

La expansión económica invita a ir tras el sueño brasileño

¿Por qué el incremento del flujo migratorio de bolivianos a Brasil? Ellas y ellos, los que se van, coinciden en que muchos han retornado a Bolivia para llevar a sus hijos y a otros familiares que dejaron en casa, que después de muchos años, tras haber conseguido una estabilidad económica, ya están en condiciones de que sus seres queridos se unan al exilio.

Pero también hay otros que son nuevos en esta aventura, que es la primera vez que se van y que lo que los arrastra fuera del país es que en Bolivia no encuentran trabajo o, si es que lo consiguen, los sueldos son muy bajos y no alcanzan para vivir con dignidad.

Por eso muchos se van con la promesa de que allá ganarán 400 dólares por trabajar 10 horas al día en un taller de costura o en la construcción. Francisco Guido Caiguara y su esposa, Hilaria Carrillo, se fueron a Campo Grande en 2010 y el lunes retornaron solo a Corumbá para recoger a su hija, de tres años de edad, que su abuelita la llevó desde Sucre para que se una a sus padres. Los esposos Caiguara-Carrillo trabajan en un taller de costura desde las 7:00 hasta las 22:00.

Brasil se ha convertido en uno de los principales destinos de la emigración de bolivianos. El boom económico de ese país y la promesa de mucho trabajo por el Mundial de Fútbol son los imanes que atraen.

Como ocurre con la emigración hacia Argentina, de hace varios años, los que se van a Brasil son generalmente jóvenes que salen de comunidades rurales y ofrecen mano de obra no calificada.

La embajada de Brasil en Bolivia considera que el aumento migratorio se da por la expansión económica de Brasil, también llegan ciudadanos de Europa buscando trabajo.

BRASIL

LA ECONOMÍA MÁS GRANDE

Brasil tiene la economía más grande de Latinoamérica y la segunda más importante del continente americano. Además, es la sexta potencia económica del mundo. Su influencia en el Cono Sur es indiscutible.

GRAN POBLACIÓN Y TERRITORIO

Tiene 8,5 millones de kilómetros cuadrados y una frontera de 3.400 kilómetros con Bolivia. Su población es de más de 193 millones de habitantes. El producto interno bruto per capita es de más de $us 12.000.

EL SUEÑO BOLIVIANO

El sueño de los bolivianos es llegar a Brasil a trabajar en la manufactura. Miles se emplean en talleres de costura, en los que se ha denunciado esclavitud. También interesa el campo de la construcción.

Romper el temor

Muchos bolivianos en Brasil tienen miedo porque están en los esquemas de ilegales, sin documentos y de eso se aprovechan sus verdugos. Las autoridades les piden que denuncien a los que los maltratan.

 

Fuente: EJU.TV

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