A lo largo de los años, nuestro llamado ha sido ser signos y portadores del amor de dios a los jóvenes, especialmente los más necesitados; esto, de la mano de don bosco, asumiendo su carisma y pedagogía como nuestra hoja de ruta. Nuestra opción por los jóvenes más vulnerables de la sociedad responde a las necesidades de una realidad que los envuelve en entornos de desventaja pues entiende que son estos quienes tienen el poder de transformar el presente y futuro del mundo. "con don bosco reafirmamos nuestra preferencia por la juventud 'pobre, abandonada y en peligro', la que tiene mayor necesidad de ser querida y evangelizada, y trabajamos, sobre todo, en los lugares de mayor pobreza. Imitando la solicitud de nuestro fundador, nos dirigimos a ellos a fin de hacerlos idóneos para ocupar con dignidad su puesto en la sociedad y en la iglesia, y para que tomen consciencia de su papel en la transformación cristiana de la vida social" (constituciones salesianas. 26, 27). .